La mala sangre hierve: Un repaso a las peleas más salvajes entre Yankees y Orioles

Orioles' Heston Kjerstad caused a tiff with Yankees' Pablo Reyes over latter's awkward leaping catch and both benches were cleared in Baltimore, Apr 30, 2025.
Inna Zeyger
jueves mayo 1, 2025

Cinco peleas infames entre Yankees y Orioles definen la rivalidad que pasó del campo a los banquillos y a los golpes.

Mientras los puristas del béisbol se fijan en las históricas enemistades entre los Yankees y los Medias Rojas o entre los Dodgers y los Gigantes, entre los Yankees de Nueva York y los Orioles de Baltimore sigue cociéndose a fuego lento una fuerte corriente de animosidad. Puede que este enfrentamiento en el Este de la Liga Americana carezca de reconocimiento nacional, pero su intensidad está a la altura de cualquier rivalidad destacada de este deporte.

La relación entre estos enemigos de división ha pasado de ser una competición de béisbol en los años 70 a una contienda de décadas de determinación, temperamento y cruda emoción. Desde los antiguos incidentes en el montículo hasta los enfrentamientos contemporáneos en los banquillos, los Yankees y los Orioles elaboran continuamente nuevos capítulos llenos de hostilidad y tensión dramática.

He aquí cinco momentos cruciales que demuestran por qué esta rivalidad sigue siendo importante y no muestra signos de enfriarse.

24 de junio de 1975 – Munson enciende el polvorín

Las semillas del antagonismo Bronx-Baltimore se plantaron cuando el capitán de los Yankees Thurman Munson estableció un agresivo precedente. El duro receptor provocó un enfrentamiento memorable después de que el lanzador de los Orioles Mike Torrez le lanzara una bola rápida peligrosamente alta cerca de la cabeza.

La reacción de Munson fue inmediata y feroz. Tras completar su bateo con un “ground out”, cargó directamente contra Torrez en el montículo. Aunque el enfrentamiento no llegó a los puñetazos, ambos banquillos se vaciaron al instante, sentando las bases de una rivalidad caracterizada por el orgullo y el juego físicamente intimidatorio.

Este encuentro encarnó el código no escrito del béisbol: lanzamientos a ras de suelo, miradas intimidatorias y un resentimiento persistente transmitido a través de generaciones de rotación de personal.

19 de mayo de 1998 – La peor pelea de la historia

El 19 de mayo de 1998 estalló un feroz enfrentamiento durante un partido entre los Yankees de Nueva York y los Orioles de Baltimore en el Yankee Stadium.
Newsday

La rivalidad alcanzó su punto de ebullición durante un partido aparentemente rutinario en el Yankee Stadium en 1998. Tras ceder un jonrón de tres carreras a Bernie Williams, el cerrador de los Orioles Armando Benítez perforó deliberadamente a Tino Martínez entre los omóplatos con su siguiente lanzamiento.

La calculada represalia transformó un partido ordinario en un caos absoluto.

El jardinero de los Yankees Darryl Strawberry salió del banquillo lanzando el primer golpe. El relevista de los Orioles Alan Mills contraatacó con un preciso gancho de derecha que conectó de lleno con Strawberry. La pelea que siguió provocó cinco expulsiones y varias suspensiones en ambos clubes.

No fue una simple escaramuza, sino un momento crucial que cristalizó la tensión profundamente arraigada entre estas organizaciones y sus apasionadas bases de seguidores.

9 de septiembre de 2013 – El colapso directivo

No todos los puntos álgidos de esta rivalidad han implicado enfrentamientos físicos. Algunas batallas han sido psicológicas, como demostró en 2013 el liderazgo.

El capitán de los Yankees, Joe Girardi, acusó a Baltimore de robar carteles durante un partido crucial de septiembre. Esta acusación enfureció al entrenador de los Orioles, Buck Showalter, que respondió con la misma intensidad. Las dos mentes del béisbol tuvieron que ser contenidas físicamente mientras intercambiaban acaloradas palabras desde sus respectivos banquillos.

Aunque los jugadores no se vieron implicados y no se produjeron expulsiones, este incidente ilustró cómo el fuego competitivo ardía con la misma intensidad entre los que tomaban las decisiones estratégicas. Cuando los directivos muestran una emoción tan cruda, influye inevitablemente en la cultura del equipo y en el comportamiento en el campo.

12 de julio de 2024 – El acaloramiento de Holmes sobre Kjerstad desata tensiones

Los jugadores despejan los banquillos después de que Heston Kjerstad, de los Orioles de Baltimore, fuera golpeado por un lanzamiento del relevista de los Yankees de Nueva York Clay Holmes durante la novena entrada de un partido de béisbol, el viernes 12 de julio de 2024, en Baltimore.
AP Photo/Stephanie Scarbrough

La rivalidad entró en su fase contemporánea el verano pasado, cuando el relevista de los Yankees Clay Holmes lanzó una bola rápida que golpeó en el casco al novato de los Orioles Heston Kjerstad.

El impacto hizo que Kjerstad se desplomara y que el banquillo de Baltimore se alborotara de inmediato. El entrenador de los Orioles, Brandon Hyde, cargó contra el banquillo de Nueva York, soltando una diatriba verbal mientras era contenido físicamente. Ambos banquillos se vaciaron en el que quizá haya sido el intercambio más acalorado entre estos equipos en las últimas temporadas.

Hyde fue expulsado, y el personal de los Yankees insistió en que el lanzamiento no había sido intencionado. Los Orioles siguieron sin estar convencidos, y este momento estableció a Kjerstad como figura central en la iteración moderna de la rivalidad.

30 de abril de 2025 – La colisión Reyes-Kjerstad renueva las llamas

Heston Kjerstad, de los Orioles, provocó un altercado con Pablo Reyes, de los Yankees, por una torpe captura con salto de este último, y ambos banquillos fueron desalojados en Baltimore, 30 de abril de 2025.

Justo cuando las tensiones parecían remitir, Kjerstad se encontró de nuevo en el centro de la polémica.

Durante la final de la serie del miércoles en Camden Yards, el jardinero de los Orioles robó la segunda base y chocó con el jugador de los Yankees Pablo Reyes, que había saltado para recoger un lanzamiento erróneo del receptor Austin Wells. Reyes aterrizó torpemente sobre la cabeza de Kjerstad, lo que provocó un intercambio verbal inmediato.

“Quizá al principio pensó que lo había hecho a propósito”, explicó Reyes a través del intérprete Marlon Abreu. “Pero obviamente no pudo ver el lanzamiento o cómo se desarrolló la jugada y el esfuerzo que tuve que hacer para hacer una jugada allí”.

Los banquillos se vaciaron rápidamente, y el personal de los toriles se apresuró a entrar. Aunque no hubo puñetazos, el simbolismo estaba claro: esta rivalidad sigue muy viva.

El capitán de los Yankees , Aaron Judge, que protagonizó una actuación estelar de tres hits, incluido un jonrón , en la derrota por 5-4, minimizó la importancia del incidente.

“Fue una limpieza de banquillo extraña”, comentó Judge. “Reyes salta para hacer una jugada. No sé por qué está enfadado [Kjerstad]”.

Judge también restó importancia a las sugerencias de una rivalidad cada vez mayor.

“No sé si hay rivalidad”, declaró. “Sólo salimos a jugar a la pelota”.

Sin embargo, la respuesta de Kjerstad -considerada junto a su historia con Nueva York- sugiere una narrativa diferente. Incluso el entrenador de los Orioles, Brandon Hyde, reconoció que el ambiente se había caldeado: “Las emociones de ambas partes se dispararon”.

Una rivalidad que perdura

En 2025, los Yankees y los Orioles se encuentran en etapas de desarrollo diferentes, pero sus enfrentamientos son todo menos rutinarios. Desde peleas históricas hasta enfrentamientos modernos, estas organizaciones demuestran constantemente una notable capacidad para enemistarse, desafiar los límites y sobrepasar los límites emocionales.

Ya se manifieste a través de jonrones altísimos, bolas rápidas interiores o enfrentamientos en los campos de béisbol, la enemistad entre Yankees y Orioles se nutre de la falta de respeto percibida y de la feroz determinación de dominar en la competitiva división Este de la Liga Americana.

Dado que quedan varios encuentros en el calendario de esta temporada, los aficionados deberían anticipar una mayor intensidad. La historia muestra siempre una verdad innegable: ni los Yankees ni los Orioles olvidan los desaires del pasado, y ninguno de los dos muestra inclinación alguna a retirarse de la confrontación.

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