El episodio de Adam Ottavino expone los fallos de personal de los Yankees y pone en peligro futuros fichajes.
Mientras los Yankees de Nueva York luchan por victorias entre las líneas de foul, su oficina principal está demostrando igual destreza en maniobrar a través del marco reglamentario del béisbol. Su reciente tratamiento del veterano relevista Adam Ottavino ha puesto de manifiesto un fenómeno creciente en las Grandes Ligas de Béisbol: navegar estratégicamente por las lagunas de las normas de la plantilla para mantener la flexibilidad del bullpen, potencialmente a expensas de la estabilidad del jugador y la previsibilidad de su carrera.
Ottavino, de 39 años, se encontró en la inusual situación de ser designado dos veces por los Yankees en un periodo de ocho días. Firmó inicialmente un contrato de Grandes Ligas el 1 de abril, fue DFA sólo tres días después, y luego volvió a firmar, sólo para ser designado de nuevo el 9 de abril. El veterano diestro se ha convertido en el ejemplo involuntario de una estrategia emergente que desafía las nociones convencionales de la agencia libre y el trato a los veteranos.
La puerta giratoria de los Yankees perjudica a Ottavino

Durante su breve estancia en los Yankees, la actuación de Ottavino pareció aceptable: 1 2/3 entradas sin permitir una carrera, tres bateadores ponchados y ningún hit cedido. Sin embargo, sus cuatro bases por bolas suscitaron preocupación y, lo que quizá sea más importante para la organización, había hecho dos apariciones en un periodo de tres días, por lo que no estaba disponible temporalmente. En lugar de conservar un puesto en la lista para un lanzador que necesita tiempo de recuperación, los Yankees optaron por retirarlo por completo.
“Cada día en las grandes ligas es precioso”, dijo Ottavino en una entrevista con Foul Territory. “He tenido muchos, pero no los doy por sentados. Sí, es una situación extraña, pero creo que la manejé lo mejor que pude. Entré ahí e hice lo que pude”.
Desde el principio se entendió que el puesto de Ottavino era temporal. Su aparición inicial coincidió con la baja por paternidad del cerrador Devin Williams. Volvió brevemente cuando el bullpen necesitó brazos frescos, pero fue liberado de nuevo cuando Ian Hamilton fue activado de la lista de lesionados.
La dirección de Yankees mantuvo la transparencia sobre la naturaleza situacional del acuerdo.
“Hablé con [Aaron Boone] cuando me eliminaron y me dijo que siguiera adelante”, dijo Ottavino. “En ese momento estaba un poco indeciso, pero fue genial. Sabía lo que era”.
¿Innovación estratégica o explotación del ACB?
El planteamiento de los Yankees no viola ninguna norma, de hecho es muy astuto. Con el convenio colectivo más reciente, que limita las asignaciones de opciones a cinco por temporada y jugador, los equipos ya no pueden mover libremente a los relevistas entre las ligas mayores y las menores. En respuesta, las organizaciones recurren cada vez más a veteranos como Ottavino -jugadores sin opciones en las ligas menores que tienen suficiente tiempo de servicio para elegir la agencia libre- para llenar temporalmente los huecos en la plantilla.
Esta práctica se extiende más allá del Bronx. Recientemente, los Bravos de Atlanta emplearon una táctica similar con Jesse Chávez: le firmaron un contrato de ligas menores, le ascendieron para que jugara un solo partido y, a continuación, le asignaron a un puesto para darle cabida a un brazo más fresco. Finalmente, Chávez volvió a firmar y se reincorporó al club.
Este enfoque ofrece dos ventajas fundamentales:
- Máxima eficiencia de la plantilla – Los equipos pueden asegurarse de que cada hueco del bullpen esté ocupado por lanzadores preparados para el juego.
- Flexibilidad financiera – Los veteranos como Ottavino pueden ser fichados y liberados repetidamente sin obligaciones financieras continuas.
Sin embargo, la estrategia pisa una fina línea en lo que respecta al trato a los jugadores. ¿Es esta práctica sostenible a largo plazo? Y lo que es más importante, ¿respeta a los jugadores implicados?
El impacto personal de la manipulación de listas

Ottavino ha acumulado experiencia con seis franquicias de la MLB a lo largo de 15 temporadas. Entiende la realidad empresarial del béisbol y, a sus 39 años, mantiene una perspectiva práctica. Sin embargo, reconoce el coste emocional de ser tratado como un componente intercambiable de la plantilla.
“Nunca me vi de nuevo con rayas diplomáticas, para ser sincero”, dijo. “Y me sentí genial. Fue algo muy especial”.
Los lanzadores veteranos con una carrera cada vez más corta son considerados cada vez más como activos valiosos pero desechables, listos para su despliegue inmediato, brevemente celebrados y luego descartados cuando las necesidades de descanso o las activaciones de la plantilla exigen cambios.
Paradójicamente, este enfoque puede generar más oportunidades de empleo en general. Es probable que los equipos que renueven constantemente su personal de toriles mantengan un mercado activo de agentes libres, proporcionando a los relevistas marginales o veteranos oportunidades adicionales de demostrar su valor, sobre todo en situaciones de menor presión en las que los equipos prefieren conservar sus activos de toriles premium.
La asociación de jugadores sigue la evolución
La postura de la Asociación de Jugadores de la MLB ante esta tendencia emergente sigue sin estar clara. Aunque el aumento de las oportunidades de corta duración beneficia a los veteranos que, de otro modo, podrían permanecer desempleados, la utilización de jugadores como “rellenos temporales” socava potencialmente la seguridad laboral y disminuye la dignidad de las funciones profesionales a tiempo completo.
En caso de que más organizaciones adopten la estrategia de los Yankees, es posible que las futuras negociaciones colectivas tengan que abordar cómo afecta la utilización moderna de las listas a la acumulación de tiempo de servicio, la elegibilidad para el arbitraje y los derechos de movimiento de los jugadores.
La trayectoria profesional de Ottavino es incierta

A principios de mayo, Ottavino sigue sin equipo. A principios de esta temporada baja, firmó un acuerdo de ligas menores con Boston, pero tuvo problemas durante los entrenamientos de primavera, registrando un ERA de 10,80 en cinco entradas. Sin embargo, su breve eficacia con los Yankees -a pesar de sus problemas de control- indica que aún tiene valor potencial.
Las estadísticas de su carrera muestran un ERA de 3,47 con 772 ponches en 663,2 entradas lanzadas. La temporada pasada, con los Mets, lanzó 56 entradas con un ERA de 4,34. Aunque ya no es la fuerza dominante que fue en Colorado o durante su anterior etapa en los Yankees (1,90 ERA en 2019), sigue ofreciendo opciones de relevo útiles.
El enfoque de los Yankees señala un cambio más amplio en la industria
En una campaña ya marcada por las lesiones generalizadas de los lanzadores y la fluctuación de la plantilla, los Yankees han identificado un método legítimo, aunque polémico, para mantener la frescura del bullpen. La utilización de Ottavino como amortiguador transaccional ha puesto de manifiesto una ambigüedad estratégica en la gestión contemporánea del roster de la MLB.
Sigue siendo incierto si esto se convertirá en una práctica habitual o provocará ajustes normativos. El planteamiento es eficaz ahora, y los yanquis operan dentro de unos parámetros establecidos, aunque esos parámetros parezcan cada vez más maleables.
¿Qué le parece? Deje su comentario a continuación.