El 4 de julio de 1983, Dave Righetti no lanzó ningún bate contra los Medias Rojas de Boston, y es uno de los lanzamientos más significativos de la historia de los Yankees de Nueva York. La victoria por 4-0 en el Yankee Stadium puso fin a una sequía de 27 años de no-hitters en el emblemático estadio y se produjo en circunstancias extraordinarias que elevaron el logro más allá del típico estatus de no-hitter.
El partido se desarrolló ante 41.077 aficionados en el sofocante calor de 94 grados del Yankee Stadium. Righetti, motivado por un doble desaire en el All-Star a principios de ese verano, dominó a la alineación de los Red Sox, que incluía a los futuros miembros del Salón de la Fama Wade Boggs y Jim Rice. Fue el primer partido sin hit de los Yankees desde el juego perfecto de Don Larsen en las Series Mundiales de 1956 y el primero de un zurdo de los Yankees desde George Mogridge en 1917.
La tormenta perfecta de circunstancias de Righetti
El momento resultó simbólico a varios niveles. El 4 de julio era el 53 cumpleaños del propietario George Steinbrenner, aunque “El Jefe” lo estaba celebrando con su familia en Florida en lugar de presenciar la historia en su estadio. El rival eran los Medias Rojas, la rivalidad más histórica del béisbol, lo que añadía dramatismo al logro.

La motivación de Righetti surgió al ser descartado dos veces para el Partido de las Estrellas de 1983 a pesar de tener un récord de 9-3. Inicialmente omitido de la lista, fue pasado por alto de nuevo cuando su compañero de equipo Ron Guidry se retiró debido a una lesión. El manager de la AL, Harvey Kuenn, eligió en su lugar a Tippy Martínez, de Baltimore, lo que avivó la determinación de Righetti.
“Asegúrate de ver este partido”, dijo Righetti a su agente aquella mañana. “No sé lo que va a pasar”.
La rareza histórica amplifica la importancia
Sólo se han lanzado tres no-hitters el 4 de julio en la historia de la MLB. Hooks Wiltse lo consiguió en 1908, George Mullin en 1912, el día de su cumpleaños, y Righetti en 1983. Esta rareza, con una media de uno cada 25 años, eleva el logro más allá del típico estatus de no-hitter.
El momento más dramático del partido se produjo en la novena entrada contra Wade Boggs, que bateaba .361 y sólo se había ponchado 36 veces en toda la temporada. Boggs ya había interrumpido un intento de no-hit de Righetti en 1982, lo que añadió un interés personal al enfrentamiento final.
Con la cuenta 2-2, Righetti lanzó una bola deslizante de ruptura justo en la esquina exterior. Boggs, que esperaba una bola rápida, giró débilmente y falló. Eran las 16:46.
“Durante una fracción de segundo, me quedé en blanco”, recuerda Righetti. “No sabía si debía saltar o no”.
Excelencia estadística en condiciones extremas
El balance final de Righetti fue dominante: 132 lanzamientos, 78 strikes, nueve ponches, cuatro bases por bolas. El calor extremo hizo que el logro fuera aún más notable, con el sudor visible brotando de la frente de Righetti durante todo el partido. La estrella de los Yankees ponchó a 14 bateadores consecutivos después de la primera entrada, antes de que Reid Nichols se embasara en la quinta.
La llamada más cercana se produjo en la sexta entrada, cuando Glenn Hoffman bateó una bola al campo corto izquierdo. El campocorto Roy Smalley hizo una espectacular atrapada hacia atrás, preservando el no-hitter con excelencia defensiva.

Momento decisivo para la historia de los Yankees
El no-hitter representó la cumbre de la carrera como titular de Righetti. La temporada siguiente pasó a ser cerrador, y en 1986 batió el récord de la franquicia de los Yankees con 46 paradas. Righetti se convirtió en el primer jugador de la historia de la MLB en lanzar un partido sin hit y liderar la liga en salvaciones.
Los Yankees de 1983 acabaron 91-71, terceros en la AL Este, siete partidos por detrás de los Orioles de Baltimore, campeones de las Series Mundiales. A pesar de la decepcionante temporada del equipo, la excelencia individual de Righetti mantuvo la tradición de logros históricos de los Yankees.
Legado actual y recuerdo
Righetti ya no está afiliado a ninguna organización de la MLB a partir de 2024-2025, tras haber sido despedido por los Gigantes de San Francisco en 2021 después de haber sido entrenador de lanzadores durante 18 temporadas. Su participación más reciente fue como entrenador del bullpen del Equipo de EE.UU. en el Clásico Mundial de Béisbol de 2023.
El 40 aniversario, en 2023, generó una importante cobertura mediática, y la revista Yankees Magazine publicó una amplia retrospectiva. La organización sigue celebrando el logro como piedra angular de la historia de la franquicia.
“La expansión de los medios electrónicos le ha dado más exposición”, señaló Righetti en 2023. “En los últimos cinco años, ha cobrado mucha más fuerza”. El no-hitter se ha incrustado en la cultura de los aficionados de los Yankees como una tradición anual del 4 de julio, y la familia de Righetti ve el partido todos los años como un clásico de las vacaciones.
Importancia duradera en la tradición yanqui

El partido tendió un puente entre la época de campeonatos de los Yankees en la década de 1970 y la evolución de la franquicia a lo largo de la década de 1980. La cobertura actual de los Yankees suele situar el logro de Righetti junto a otros no-hitters de la franquicia, sobre todo al hablar de logros recientes como el juego perfecto de Domingo Germán en 2023.
El ex presidente Richard Nixon asistió al partido y escribió a Righetti una nota de felicitación. El legendario locutor Mel Allen dirigió el partido para SportsChannel, con su icónico “¡Qué te parece!” cuando Boggs se ponchó.
El no-hitter ocupa un lugar único en la historia del béisbol como tormenta perfecta de circunstancias: El Día de la Independencia, la rivalidad entre los Yankees y los Medias Rojas, el cumpleaños de Steinbrenner, un calor extremo y un lanzamiento magistral. Cuarenta y dos años después, sigue siendo una piedra de toque para hablar de la excelencia individual en periodos difíciles y continúa resonando como una de las actuaciones de lanzamiento más dramáticas de la historia de los Yankees.
La gorra y la pelota del partido se exhiben en el Salón de la Fama del Béisbol de Cooperstown, consolidando su lugar en la inmortalidad del béisbol junto a los mayores logros de este deporte.
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