Peraza desperdicia la oportunidad de resucitar su carrera, mientras que la decisión de Boone se vuelve en contra de los Yankees, desperdiciando los jonrones de Judge y Bellinger.
El cielo no fue lo único sombrío ayer en el Yankee Stadium. En un partido empapado por la lluvia que puso de manifiesto sus recientes dificultades, los Yankees de Nueva York cayeron derrotados por 7-5 ante los Rays de Tampa Bay, lo que supuso su segunda derrota consecutiva en una serie de la división y un descenso de su récord a 19-15 en la temporada.
A pesar de que Cody Bellinger logró el 200º jonrón de su carrera, la tarde se vio empañada por errores defensivos, decisiones tácticas cuestionables y oportunidades perdidas que dejaron frustrados a los aficionados locales que salieron al húmedo atardecer del Bronx.
Los fallos defensivos condenan pronto a los Yankees
Los problemas defensivos empezaron casi de inmediato, cuando Oswald Peraza -que ocupaba el hueco dejado por el lesionado campocorto Anthony Volpe- cometióun error crucial en la segunda entrada que abrió la puerta a la primera carrera de Tampa Bay. La pesadilla continuó para Peraza en la cuarta cuando su parada en picado se convirtió en desastrosa después de que su lanzamiento erróneo se desviara del montículo, permitiendo al veloz Chandler Simpson lanzarse a home desde la tercera base.
Simpson demostró ser una molestia constante para los Yankees, al conseguir dos hits y anotar dos goles. Tras el partido, Aaron Judge expresó su frustración con el veloz jugador de los Rays, señalando que la presencia de Simpson en el plato o en las bases de béisbol era algo que no esperaba, describiéndole como un auténtico cambio de juego.
El difícil día de Peraza culminó en la octava entrada. Cuando los Yankees habían reducido una desventaja de cinco carreras a sólo dos y las bases estaban llenas, la débil bola terrestre del campocorto extinguió lo que parecía ser la última oportunidad realista del equipo de remontar.
La toma de decisiones de Boone, a examen
Quizá la secuencia más polémica se produjo momentos antes de la jugada de Peraza que acabó con el rally. Con las bases llenas y nadie fuera en la octava, el entrenador de los Yankees, Aaron Boone, decidió seguir con el receptor suplente J.C. Escarra en lugar de recurrir a opciones de banquillo potencialmente más potentes como Austin Wells o Ben Rice. El resultado fue catastrófico: una doble jugada 1-2-3 que rompió el impulso.
Cuando se le preguntó por su razonamiento, el entrenador de los Yankees citó las limitaciones de la plantilla: “Estoy eligiendo entre Escarra y Vivas. Sabía que tenía una oportunidad con Rice… No puedo tirar a los dos porque sólo me queda Escarra”. Esta explicación sirvió de poco para acallar las críticas, sobre todo cuando Boone desplegó más tarde a Escarra en la tercera base en la novena entrada, una posición en la que apenas había jugado profesionalmente.
Escarra no bateó ni una sola vez en tres turnos, y su participación en la octava entrada resultó especialmente perjudicial. Boone reconoció más tarde que intentaba conservar opciones para posibles entradas extra, un escenario que nunca se materializó.
La coherencia del juez no es suficiente
Aaron Judge amplió su racha de bateo a 14 partidos, la mejor de su carrera, con un doblete inicial durante el rally de la octava entrada, elevando su promedio de la temporada a .302 con un impresionante OPS de .942 en 34 partidos. El capitán de los Yankees ha llegado a la base en todos los partidos de la temporada excepto en uno, pero ni siquiera su notable regularidad pudo salvar este duelo de división.
“Es duro”, dijo Judge después. “Un partido de goma, una oportunidad de ganar la serie. Nos hemos quedado cortos, sobre todo en el aspecto ofensivo, al no conseguir que las cosas funcionaran”.
Judge participó en un desfile de ponches en la novena entrada contra el cerrador de los Rays, Pete Fairbanks, que abanicó al equipo para asegurar la victoria. Trent Grisham y Bellinger también cayeron, ya que la parte alta del orden de los Yankees no pudo actuar cuando más importaba.
El hito de Bellinger se pierde en la derrota
El bambinazo de Cody Bellinger en la sexta entrada -un lanzamiento de dos carreras contra Taj Bradley- supusoel 200º jonrón de su carrera. Aunque este importante logro merecía una celebración, al final quedó eclipsado por el colapso del equipo.
“Sin duda es genial”, dijo Bellinger. “Nunca sabes lo que vas a hacer de niño. Espero que vengan muchas más cosas”.
Su logro personal no pudo superar una tendencia preocupante: los Yankees aún no han ganado un solo partido cuando van perdiendo tras seis entradas esta temporada, cayendo a 0-11 en tales escenarios.
Continúan los problemas con los lanzadores

El lanzador Will Warren volvió a tener una actuación irregular y no pudo completar cinco entradas por cuarta vez en siete salidas esta temporada. El diestro cedió cinco carreras (tres de ellas merecidas) en 4,2 entradas, caminando tres veces y permitiendo siete hits. A pesar de registrar el récord de su carrera con ocho ponches, su ERA aumentó a 5,65.
“Golpearon la pelota donde no estábamos”, dijo Warren. “Tres pases libres… aprovecharon cada pequeña cosa que les dimos”.
El relevista Carlos Carrasco, retirado recientemente de la rotación ante el inminente regreso de Clarke Schmidt, trabajó tres entradas como relevista, pero cedió dos carreras más. Su ERA es ahora de un preocupante 5,91.
Una alineación mermada muestra sus limitaciones

La mitad inferior del orden de los Yankees se parecía más a un entrenamiento de primavera que a una batalla divisional de mayo. Con Volpe (hombro) y Jazz Chisholm Jr. (oblicuo) marginados y Austin Wells en el banquillo, la alineación contaba con los jugadores de banquillo Pablo Reyes, Oswaldo Cabrera, Escarra y Peraza ocupando los puestos del seis al nueve.
Este cuarteto sumó un pésimo 1 de 11, sin carreras impulsadas ni anotadas. Por su parte, el noveno bateador de los Rays , Taylor Walls -quesólo bateaba0,151 al entrar en la competición- realizó un perfecto 4 de 4.
Los lanzadores de los Yankees permitieron 16 hits, aunque 14 fueron sencillos. Tampa Bay dejó tirados a 16 corredores, pero aun así superó a Nueva York gracias a un bateo oportuno y a un juego de bases agresivo.
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