El entrenador de bateo de los Yankees paga cara su expulsión por enfrentarse a un pésimo arbitraje

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Sara Molnick
viernes mayo 3, 2024

Las dificultades de los Yankees de Nueva York continuaron el jueves por la tarde, cayendo ante los Orioles de Baltimore por un marcador de 7-2. Aunque parte de la culpa podría atribuirse a las decisiones cuestionables del árbitro Don Iassonga, los propios errores de los Yankees y sus problemas ofensivos fueron, en última instancia, los factores decisivos.

Para colmo de males, el entrenador de bateo James Rowson fue expulsado en la séptima entrada por discutir un strike anulado a Juan Soto, una jugada que al final no tuvo ninguna repercusión en el bateo.

La zona de strike de Iassonga fue inconsistente durante todo el partido, frustrando a ambos equipos. Sin embargo, los Orioles consiguieron superar la adversidad, aprovechando las oportunidades clave. En cambio, a los Yankees les costó generar ataque, yendo sólo 1 de 6 con corredores en posición de anotar y dejando a siete corredores varados en base.

El lanzador Carlos Rodón empezó el partido con fuerza, pero flaqueó tras ceder siete carreras, incluidos tres jonrones. Mientras luchaba por localizar sus lanzamientos con eficacia. Un error de Gleyber Torres en la quinta entrada agravó aún más los problemas de los Yankees.

AP

El ataque no proporcionó ningún apoyo a Rodon, al no poder generar ninguna amenaza significativa de anotación contra el abridor de los Orioles Kyle Bradish, que lanzaba por primera vez desde octubre. La falta de lucha y la incapacidad para adaptarse a los lanzamientos aumentaron la frustración de los Yankees.

Esta derrota fue un microcosmos de los recientes problemas del equipo: las decisiones cuestionables no ayudaron, pero sus propios errores y su ineptitud ofensiva fueron las principales razones de la derrota.

Las dificultades de los Yankees van más allá del arbitraje

Gleyber Torres, el jugador de los yankees de nueva york
USA Today

Los Yankees de Nueva York sufrieron el jueves una decepcionante derrota por 7-2 ante los Orioles de Baltimore, una derrota que puso de manifiesto sus problemas de ejecución y consistencia.

Aunque muchos aficionados, incluido el locutor Michael Kay, señalaron con el dedo las dimensiones recién implementadas en Camden Yards, que robaron un jonrón potencial, tales factores externos enmascaran los problemas de fondo que aquejan a los Yankees.

Las dificultades del equipo se manifestaron durante todo el partido:

Oportunidades perdidas: Los Yankees desaprovecharon una oportunidad de oro en la primera entrada, al no sacar provecho de una situación de bases llenas con la oportunidad de perseguir al abridor de los Orioles, Kyle Bradish, antes de tiempo.

Mal momento: La frustración por las dudosas decisiones del árbitro Don Iassonga se desbordó en la séptima entrada, pero los Yankees ya iban perdiendo significativamente en ese momento. Se necesitaba un enfoque más proactivo en una fase más temprana del juego.

Errores individuales: El error de Gleyber Torres en un intento de doble jugada y las dificultades de Aaron Judge para hacer contacto con los lanzamientos fueron problemas autoinfligidos que contribuyeron a la derrota.

No se puede culpar únicamente al árbitro. Los Yankees mostraron una falta de preparación de sus bateadores y una incapacidad general para realizar bateos competitivos y consistentes.

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espn

Además, un equipo que aspire a la grandeza debe tener instinto asesino, capacidad para aprovechar los puntos débiles y eliminar definitivamente a los rivales. La tendencia de los Yankees a dejar la puerta abierta a sus adversarios es motivo de preocupación.

Existe el temor de que las recientes luchas del equipo puedan generar una cultura de mediocridad, anulando potencialmente el impacto positivo de nuevas adquisiciones como Juan Soto y Alex Verdugo.

A pesar de un decente récord de victorias y derrotas de 20 y pico, los Yankees no han inspirado mucha confianza. Para competir de verdad, necesitan desesperadamente encontrar una forma de ejecutar con coherencia y eliminar las heridas autoinfligidas que están descarrilando su impulso.

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