Los Yankees de Nueva York abrieron la ALCS con una victoria por 5-2 sobre los Guardianes de Cleveland el lunes por la noche, destacada por los jonrones de Juan Soto y Giancarlo Stanton.
Sin embargo, los focos pronto se centraron en el árbitro Mike Estabrook, cuya implicación en dos decisiones provocó encendidas reacciones de ambas aficiones.
El árbitro llama la atención en el primer partido Yankees-Guardias de la ALCS
En la primera entrada, Aaron Judge se encontró en el centro de la primera disputa. Fue expulsado por un strike dudoso que parecía muy fuera de la zona, lo que provocó al instante la reacción del entrenador de los Yankees , Aaron Boone. Conocido por su encendida defensa de sus jugadores, Boone no tardó en manifestar su descontento al árbitro, pues consideraba que la decisión era injusta.
Los aficionados, tanto en las gradas como en las redes sociales, no tardaron en hacerse eco de las frustraciones de Boone. Muchos consideraron que el árbitro no había estado sincronizado desde el principio, y algunos incluso sugirieron que Alex Cobb, el lanzador de los Guardianes, se estaba beneficiando de una zona de strike inusualmente generosa. Los llamamientos a una mayor coherencia se generalizaron a medida que crecía la percepción de que el arbitraje influía en el juego más que los jugadores en el campo.
El segundo incidente ocurrió en la octava entrada. Con los Yankees ganando, Brayan Rocchio, de los Guardianes, bateó una bola terrestre que se le escapó a Anthony Rizzo. Mientras Rocchio corría hacia la segunda base, chocó con el lanzador de los Yankees Tim Hill cerca de la primera base. Tras una breve consulta, los árbitros dictaminaron interferencia de los Yankees, lo que permitió a Rocchio avanzar hasta la segunda base y puso a los Guardianes en una posición amenazadora con corredores en segunda y tercera. Sin embargo, la decisión suscitó polémica, sobre todo entre los seguidores de los Guardianes, que acusaron a los árbitros de favorecer a los Yankees, acusaciones realizadas sin pruebas que las respaldaran.
La decisión no hizo sino aumentar las tensiones, con los seguidores de los Yankees aplaudiendo a los árbitros por defender el juego limpio, mientras los seguidores de los Guardianes lanzaban acusaciones infundadas. A pesar de la creciente presión, el cerrador Luke Weaver estuvo a la altura de las circunstancias, saliendo indemne de la entrada y preservando la ventaja de los Yankees.
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