Aaron Boone, entrenador de los Yankees de Nueva York, siempre ha afirmado que su equipo posee el calibre necesario para competir por un campeonato. Sin embargo, resultados recientes sugieren lo contrario, lo que plantea dudas sobre la validez de sus afirmaciones. La actuación de los Yankees en el partido del domingo contra los Rockies personificó sus dificultades, socavando aún más las afirmaciones de Boone.
Enfrentándose a los Rockies, un equipo que está 22 partidos por debajo de .500, los Yankees sufrieron una vergonzosa derrota por 8-7 en 11 entradas. La derrota no sólo selló una serie de derrotas contra Colorado, el peor equipo de la Liga Nacional, sino que también puso de relieve la incapacidad de los Yankees para ganar de forma consistente contra rivales más débiles. Esta derrota se suma a una serie de decepciones a lo largo del mes de julio, entre las que se incluyen derrotas contra equipos de la parte baja de sus divisiones y pérdidas de ventaja contra rivales en apuros.
Los problemas de regularidad ponen en duda las aspiraciones al Campeonato
Aunque Boone considera que estos contratiempos forman parte de la rutina del béisbol de las Grandes Ligas, es evidente que los Yankees se están quedando cortos en sus aspiraciones de ganar el campeonato. Los problemas del equipo van más allá de las derrotas ocasionales ante buenos equipos; también flaquean constantemente ante rivales más débiles. Esta incoherencia suscita dudas sobre su capacidad para rendir al nivel de un campeonato.
Además, la afirmación de Boone a Chris Kirschner del Athletic, de que los Yankees tienen “2 meses y medio para ponernos en posición de ser campeones” no reconoce los problemas profundamente arraigados que aquejan al equipo. En realidad, los Yankees han mostrado poca mejoría en los últimos 162 partidos, con un récord de 83-79. Este patrón sugiere un problema más importante dentro del equipo que no puede resolverse fácilmente con un calendario o refuerzos externos.
” Vas a ganar a algunos equipos buenos. Vas a perder algunas series contra equipos que están luchando. Cada vez que sales a la cancha y te pones el uniforme de las Grandes Ligas, es difícil. No me trago esa basura en absoluto. Nos superaron (el domingo). Obviamente estamos molestos en el momento en que perdimos una serie, pero es una serie que perdimos y tenemos que superarla e intentar jugar bien en California”.
El optimismo de Boone con respecto al regreso de los jugadores lesionados, como Aaron Judge, y el próximo plazo de traspasos pasa por alto las luchas internas que persisten. Las inconsistencias de los Yankees se derivan de problemas en su rotación de lanzadores, problemas ofensivos y fallos fundamentales en áreas como el bateo con corredores en posición de anotar y la carrera por las bases. Estos problemas no pueden resolverse únicamente con el regreso de algunos jugadores clave o con adquisiciones comerciales.
Aunque los Yankees aún tienen posibilidades de asegurarse un puesto en los playoffs, la creencia de que son campeones parece una ilusión. Los resultados importan más que las palabras, y el rendimiento de los Yankees en el campo no concuerda con las afirmaciones de Boone. Está claro que al equipo le queda mucho camino por recorrer antes de que se le pueda considerar un verdadero aspirante al campeonato.
En conclusión, las afirmaciones de Aaron Boone de que los Yankees son un equipo con calibre de campeón se contradicen con sus mediocres resultados contra rivales tanto fuertes como débiles. Las dificultades e irregularidades del equipo demuestran que aún no han alcanzado el nivel de juego necesario para proclamarse campeones. Aunque Boone mantenga el optimismo y la confianza, las pruebas sobre el terreno son elocuentes y sugieren que son necesarias mejoras significativas para que los Yankees estén a la altura de sus aspiraciones.
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