Los Yankees lloran la pérdida de Frank Howard, ex entrenador, a los 87 años

Frank Howard, former Mets manager and Yankees coach, dead at 87
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Frank Howard, ex entrenador de los Yankees de Nueva York, ha fallecido a los 87 años. El Washington Post informó de que su fallecimiento se debió a complicaciones derivadas de un derrame cerebral. Frank Howard, conocido por su imponente estatura de 1,90 metros, fue una figura imponente tanto como jardinero bateador como primera base en el mundo del béisbol de las Grandes Ligas.

Una presencia imponente en la MLB

Su extraordinaria trayectoria en la MLB comenzó en 1958, cuando fichó por los Dodgers de Los Ángeles. A lo largo de siete años con los Dodgers, demostró su excepcional talento sobre el terreno de juego. Sin embargo, su carrera dio un giro emocionante cuando fue traspasado a los Senadores de Washington, donde rápidamente se convirtió en un fijo del béisbol de la ciudad. Su poderosa presencia y su excepcional capacidad de bateo le convirtieron en uno de los favoritos de los aficionados, y dejó una huella indeleble en la historia del béisbol de Washington.

Entrenamientos con los Yankees y más

Frank Howard, ex entrenador de los Mets y de los Yankees, fallece a los 87 años

Tras retirarse de su ilustre carrera como jugador en 1973, Howard pasó al mundo del entrenamiento. Esta segunda fase de su carrera le llevó a desempeñar diversos cargos de entrenador, incluida una memorable etapa como técnico de los Mets en 1983. También fue entrenador de los New York Yankees y de los Tampa Bay Rays. En 1981, Howard dirigió a los Padres de San Diego, demostrando su versatilidad en el mundo del béisbol.

Mark Lerner, propietario de los Washington Nationals, recordaba con cariño a Frank Howard como su héroe de la infancia. Los altísimos jonrones de Howard, que a menudo lanzaba a las gradas del estadio RFK, le valieron el cariñoso apodo de “Capital Punisher”. Más allá de sus logros sobre el terreno de juego, Lerner destacó el carácter afable y bondadoso de Howard. Expresó su más sentido pésame a la familia de Frank, reconociendo la importante pérdida que ha sufrido el mundo del béisbol.

Frank Howard, conocido cariñosamente como “Hondo”, continuó su periplo como entrenador con los Mets de Nueva York en 1984. Siguió siendo una valiosa presencia en el banquillo de los Mets de 1994 a 1996. Además de su papel con los Mets, Howard también contribuyó al cuerpo técnico de los Yankees en 1989 y durante los años 1991-1993. Su experiencia como entrenador y mentor dejó un impacto duradero en los jugadores con los que trabajó.

El rasgo más reconocible de Howard, aparte de sus proezas en el béisbol, era su enorme estatura física. Con un imponente metro noventa y un kilo y medio de peso (y a menudo más), era una presencia intimidatoria en el campo. Curiosamente, los Philadelphia Warriors de la NBA llegaron a draftearlo en tercera ronda, lo que demuestra su versatilidad como atleta. Su legado continuó en la era moderna cuando los Yankees seleccionaron a otro jugador alto, Aaron Judge, en 2013, reavivando las discusiones sobre el impacto de Howard en el juego.

Aunque Howard tuvo unas breves apariciones con los Dodgers en 1958 y 1959, no fue hasta 1960 cuando completó su primera temporada completa en la MLB. Esta gran temporada le valió el prestigioso premio de Novato del Año. Sus estadísticas fueron impresionantes: .268 de bateo, 23 jonrones y 77 carreras impulsadas.

La carrera de Howard alcanzó nuevas cotas en 1963, cuando desempeñó un papel fundamental en la victoria de los Dodgers de Los Ángeles en las Series Mundiales contra los Yankees de Nueva York. A lo largo de su carrera, participó en cuatro Juegos de las Estrellas con los Senadores y concluyó con la impresionante cifra de 382 jonrones. Muchos de sus jonrones fueron majestuosos, de los de cinta métrica, lo que le granjeó la reputación de bateador potente.

Incluso lideró la Liga Americana en jonrones durante 1968 y 1970, con 44 jonrones en cada una de esas temporadas, con la notable cifra de 48 jonrones en 1969, sólo uno menos que Harmon Killebrew. Uno de los logros más notables de su carrera fue un tramo de 1968 en el que bateó 10 jonrones en sólo 20 turnos con los Senators, una muestra de su excepcional capacidad bateadora.

Uno de los momentos más queridos de Howard se produjo en 1971, cuando conectó un jonrón en el último partido de la temporada. Este jonrón fue significativo porque marcó el último hit de un jugador de los Senators antes de que el equipo se trasladara, un acontecimiento al que Howard se refirió como “utopía” en ese momento, según informó el Washington Post.

En 1972, jugó en los Texas Rangers después de que los Senators se trasladaran a Texas. Esa misma temporada, a la edad de 36 años, Howard se unió a los Tigres de Detroit en su carrera por el banderín como bateador suplente y primera base ocasional, demostrando su capacidad de adaptación como jugador.

La primera oportunidad de Howard de dirigir llegó en 1981 con los San Diego Padres. Dos años más tarde, asumió el cargo de entrenador de los Mets tras la dimisión de George Bamberger después de un difícil inicio de temporada de 46 partidos. Howard, que en aquel momento era el entrenador de primera base del equipo, asumió el cargo de director. Aunque Bamberger afirmó que ya había “sufrido bastante”, el liderazgo de Howard aportó una nueva perspectiva, y los Mets terminaron la temporada con un récord de 52-64.

En una entrevista de ese año, Howard compartió su perspectiva sobre el papel interino, declarando: “Mucha gente diría que esto es interino. Pero a mí no me molesta. No quiero un aumento de sueldo, ni una suite de hotel, ni nada de eso. Pienso ser yo mismo”. Esta dedicación al juego y a su equipo caló hondo entre los jugadores y los aficionados.

En reconocimiento a sus importantes contribuciones al béisbol, Frank Howard fue incluido en el Anillo de Honor de los Washington Nationals en 2016. Este honor subraya su perdurable impacto en el deporte y consolida su lugar entre las leyendas del juego.

La trayectoria de Frank Howard en el mundo del béisbol estuvo marcada por grandes logros, potentes jonrones y un espíritu apacible que dejó una huella indeleble en los corazones de los aficionados, los jugadores y la comunidad del béisbol en su conjunto. Su legado como jugador y como entrenador seguirá inspirando a generaciones de entusiastas del béisbol, y siempre será recordado como un gigante en el mundo del pasatiempo estadounidense.

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