Kyle Higashioka, ex defensa de los Yankees, sigue sintiendo el eco de los gritos de ánimo de los aficionados del Bronx, un recordatorio conmovedor del firme apoyo que recibió durante toda su carrera. Durante una entrevista telefónica con el New York Post, el ex jugador de los Yankees reconoció el abrumador cariño de los aficionados que aún le hacen recordar sus días allí.
“No sé si algún jugador que no juegue todos los días siente ese tipo de amor y apoyo de una afición en muchos otros ámbitos”, afirmó Higashioka. “Supongo que sólo un gran ‘Gracias'”.
Sus notables 16 temporadas en la organización de los Yankees, que culminaron con el traspaso de Juan Soto y su posterior fichaje por los Padres, constituyeron un viaje verdaderamente único.
“Es un poco chocante”, reconoció Higashioka, un sentimiento que resonó con la sorpresa que muchos experimentaron al presenciar su ascenso constante y duradero.
Higashioka recuerda con cariño sus días en los Yankees
El acto de firmar autógrafos propició “pequeñas interacciones” enternecedoras, recordó Higashioka, y una sonrisa se dibujó en sus labios al recordar los fervientes vítores de los aficionados detrás del toril, siempre dispuestos a infundirle energía antes de saltar al campo.
Higashioka expresó sus sentimientos por teléfono el miércoles cuando se le preguntó por su mensaje a los aficionados de los Yankees. Mencionó que no estaba seguro de que los jugadores no habituales recibieran tanto cariño y apoyo de los aficionados de otras regiones. Higgy transmitió un sentido “gracias” a los aficionados de los Yankees como agradecimiento por su apoyo y afecto.
El largo ascenso de Higashioka
Seleccionado en 2008 junto a leyendas como Buster Posey y estrellas de corta vida como Ike Davis, el camino de Higashioka hacia las grandes ligas no fue ni mucho menos directo. A pesar de llamar la atención de los Yankees con sus proezas en un instituto de California, el ascenso resultó más arduo de lo previsto inicialmente.
Los contratiempos, como la operación Tommy John en 2013 y la fractura de pulgar en 2014, le robaron años cruciales de juego, lo que se tradujo en apenas 24 partidos en dos temporadas. La aparición de nombres establecidos como Brian McCann y Austin Romine empujó a Higashioka más abajo en el orden jerárquico, degradándolo a High-A Tampa en 2015. Incluso en Doble A, la presencia de Gary Sánchez obstruyó su camino, obligando a Higashioka a machacarse en la modesta Florida State League a los 25 años, buscando desesperadamente tiempo de juego constante, crucial para su desarrollo.
Constantemente superado por sus competidores, el comienzo de la carrera de Higashioka encarnó el espíritu de perseverancia. Las lesiones y la abarrotada lista de receptores amenazaban sus sueños, pero él se resistió firmemente a ser relegado al banquillo. Su odisea por las ligas menores, desde los soleados campos de California hasta el entorno menos glamuroso de la Florida State League, se desarrolló como una narración inenarrable de dedicación inquebrantable y esperanza inquebrantable.
El ascenso de Higashioka a la fama con rayas diplomáticas
Su inquebrantable dedicación al encuadre de los lanzamientos le reportó importantes recompensas, y un swing renovado orientado a lanzar la bola hacia el cielo empezó a dar sus frutos. Doble-A le sirvió como campo de pruebas en 2017, seguido de un único partido en Triple-A antes de que el destino se interpusiera.
La lesión de Gary Sánchez abrió de par en par la puerta de las oportunidades y, tras nueve años de duro trabajo en las ligas menores, Higashioka por fin entró en escena en el béisbol de las Grandes Ligas.
Desde su residencia en Oregón, Higashioka reflexionó sobre los difíciles años iniciales de su carrera en las ligas menores. Reconoció haber pasado por varios momentos difíciles durante ese tiempo, admitiendo dudas sobre si llegaría alguna vez a las Grandes Ligas. Sin embargo, expresó su gratitud por haber llegado finalmente a las grandes ligas y por haber vivido numerosos momentos memorables, tanto a nivel personal como formando parte de un equipo.
Conocido cariñosamente como “Higgy”, se hizo un hueco en el equipo con su excepcional defensa, reduciendo constantemente el tiempo de juego de Sánchez. El año 2020 marcó un importante punto de inflexión. Higashioka firmó su primer partido de tres jonrones en cualquier liga y fue titular en tres ocasiones durante los playoffs de los Yankees esa temporada.
Los elogios continuaron en 2021, donde fue el receptor de Corey Kluber en su partido sin hits. Sin embargo, guardó la hazaña más notable para 2023, guiando a Domingo Germán a través de un juego perfecto en Oakland, solidificando su nombre y su ágil guante en los anales de la historia del béisbol.
El joven de 33 años expresó sus sentimientos, mencionando que Higashioka se considera afortunado por haber vivido muchos acontecimientos notables. Mencionó su intención de ser una excepción entre los antiguos yanquis al no dejarse crecer la barba, señalando que ya tiene toda una vida de historias.
Reflexionó sobre su carrera, reconociendo que si concluyera únicamente con los Yankees, seguiría siendo un viaje fantástico, teniendo en cuenta sus humildes comienzos. Higashioka agradeció la oportunidad de que su carrera persistiera y siguiera evolucionando.
Un nuevo comienzo en San Diego
Los Padres no sólo ofrecen a Higashioka un nuevo comienzo, sino también el regreso a sus raíces californianas. Su “muy feliz” madre, que ahora está a un salto de distancia, por fin puede verle jugar sin tener que soportar vuelos de larga distancia.
Los susurros sobre la soleada San Diego, su acogedor ambiente beisbolero y, por supuesto, el innegable atractivo de su calor durante todo el año, pintan un cuadro muy alejado de los campos de entrenamiento de Arizona donde le llegó la noticia del traspaso de Soto.
Su llamada telefónica con su agente, aunque inesperada, no fue recibida con lágrimas ni amargura. En lugar de eso, colgó, buscó a su entonces compañero de equipo Anthony Volpe y simplemente volvió al trabajo. Era un testimonio de la serena profesionalidad de Higashioka, de su comprensión del aspecto comercial del juego y del profundo respeto que sentía por los Yankees, la única organización a la que había llamado hogar.
“Me convirtieron en el jugador que soy”, reconoce, una afirmación sencilla pero contundente que dice mucho de los 16 años de sudor, sangre y determinación vertidos en los pinstripes. Marcharse no es fácil, pero el atractivo de la familia, el sol familiar de California y la oportunidad de demostrar su valía en un nuevo equipo ofrecen a Higashioka un emocionante capítulo en su viaje por el béisbol.
Se marcha al oeste no con resentimiento, sino con un corazón agradecido y la fuerza tranquila de un jugador que sabe lo que vale.
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