Gerrit Cole mantiene milagrosamente joven su bola rápida, inmune al factor edad

Yankees ace Gerrit Cole is pitching during his Cy Young season in 2023.
Michael Bennington
domingo febrero 18, 2024

TAMPA – Gerrit Cole tiene 34 años pero sigue lanzando bolas rápidas que iluminan los radares de velocidad ignorando la llamada de la edad. En el lenguaje del béisbol, ha recorrido el camino desde una prometedora promesa hasta un veterano curtido, encontrándose cómodamente situado sin bajar el ritmo.

Aunque su mecánica de lanzamiento sigue siendo impecable, el implacable paso del tiempo ha iniciado una sutil transformación en la bola rápida de Gerrit Cole. Su bola rápida, que antes era un proyectil ardiente que alcanzaba habitualmente velocidades de tres dígitos, alcanza ahora una encomiable, aunque ya no abrasadora, velocidad de 92-93 mph.

El veterano Gerrit Cole sigue iluminando el radar como as de los Yankees

Todo deportista acaba sintiendo el inevitable golpecito en el hombro. Para los bateadores, el bate, antaño potente, se transforma en una pesada carga, y el campo de béisbol parece extenderse sin fin, convirtiendo los 90 pies de las bases en extensiones sobrecogedoras. Para los lanzadores, el estruendoso rugido de su bola rápida se desvanece hasta convertirse en un mero susurro, lo que sirve como sombrío indicio de la disminución de su dominio.

Sin embargo, en el caso de Gerrit Cole, no se limita a reconocer la pérdida de brillo de su otrora ardiente bola rápida, sino que la adopta activamente.

Gerrit Cole está lanzando en las instalaciones de los Yankees en Tampa antes del comienzo de su entrenamiento de primavera.
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¿No es convencional? Ni mucho menos. ¿Visionario? Sin duda. Gerrit Cole no teme el inevitable declive de su bola rápida; más bien, lo ve como una oportunidad para transformarse, orquestando los strikeouts con una precisión aún mayor de la que posee actualmente. Su objetivo no es simplemente sofocar los murciélagos contrarios; aspira a burlar a las propias mentes que están detrás de ellos. La ambición de Gerrit Cole va más allá de ir un paso por delante; su objetivo es ir dos pasos por delante incluso de los bateadores más astutos.

Gerrit Cole prevé un futuro en el que su secuencia de lanzamientos se convierta en un intrincado tapiz de engaños que confunda con su complejidad incluso al software de ojeadores más avanzado.

En lugar de intensidad y agresividad, Gerrit Cole prevé una forma distintiva de dominio para 2028. Imagínese esto: Michael Jordan, sintiéndose indiscutido por su supremacía en la NBA de los 90, opta por cambiar de mano por pura emoción intelectual. Esto resume la esencia de la ambición de Gerrit Cole. En lugar de dominar a los bateadores a base de fuerza, se imagina desmantelarlos con la precisión de un cirujano, transformando su bola rápida en un bisturí en lugar de en un objeto contundente.

No se trata de meras conjeturas. Cuando hablé de ello con el vigente ganador del Cy Young el jueves pasado, sus ojos brillaron de entusiasmo. Que no quepa duda, Gerrit Cole no está al borde del declive. El año pasado hizo su obra maestra a rayas.

Gerrit Cole rompe la tendencia

Mientras otros lanzadores de su entorno parecen ceder ante las lesiones o el declive de su rendimiento, Gerrit Cole se resiste a la tendencia, encarnando a un auténtico Benjamin Button sobre el montículo. A diferencia del personaje de ficción, su inversión no se refiere a su aspecto físico; gira en torno a su dominio sostenido en el lanzamiento.

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AP Photo/Adam Hunger

Naturalmente, uno se pregunta: ¿está Gerrit Cole destinado a unirse a las filas de los lanzadores anómalos, como Nolan Ryan, que consiguen esquivar el ominoso espectro de la operación Tommy John y eludir la influencia del Padre Tiempo en sus bolas rápidas?

Ante la pregunta, Gerrit Cole respondió con una sonrisa cómplice. Sugirió sutilmente que intentar prever el futuro era una tarea inútil, pero un brillo travieso en sus ojos insinuaba lo contrario. “Digamos que no voy sonámbulo a los desafíos”, comentó enigmáticamente.

Un momento después, profundizó más, adoptando un tono más serio. “Tanto si mi bola rápida sigue ardiendo como si empieza a cocer a fuego lento, tendré métodos innovadores para burlar a la oposición”, afirmó con tranquila seguridad.

Era su forma de asegurar no sólo a los Yankees, sino quizá al mundo entero, que no era un mero lanzallamas a punto de desvanecerse. En cambio, se presentó como un pensador estratégico, siempre un paso por delante, armado con un arsenal adaptable.

Los lanzadores se enfrentan a menudo a la amenaza del declive, un reto que tiende a manifestarse hacia la mitad de la treintena. Incluso la ilustre figura de los Yankees Ron Guidry, que presumió de una notable temporada de 22 victorias a los 34 años, fue testigo de un declive en su rendimiento antes de acabar retirándose unas temporadas más tarde. Gerrit Cole conoce a la perfección este formidable “muro de envejecimiento”, ya que ha observado tanto a sus compañeros de equipo como a sus ídolos recorrer su implacable trayectoria.

Guidry me comentó que cuando te encuentras con ese muro, se produce un cambio repentino y la pelota ya no parece la misma cuando sale de tu mano. Señaló que no es algo que te plantees a los 20 años; sólo se hace evidente el día que reconoces: “vaya, ya no soy tan joven”.

Gator expresó su incertidumbre sobre cuándo se encontraría Gerrit Cole con ese muro, o si lo haría, pero afirmó su creencia de que Gerrit lo sortearía con éxito. Gator reconoció la inteligencia y competitividad de Gerrit Cole, afirmando con confianza que sería uno de esos lanzadores capaces de derrotar a sus rivales incluso sin una formidable bola rápida.

Gerrit Cole, el as de los Yankees
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Como Guidry, el entrenador de los Yankees , Aaron Boone, prevé una notable longevidad para Gerrit Cole. Al destacar sus extraordinarias dotes de lanzador, Boone subraya: “Tiene auténticas dotes de lanzador, no sólo depende de la pura potencia”.

En lugar de temer una disminución de la velocidad, Boone prevé que Gerrit ColeCole “abrace el desafío”. Anticipa que “le brindará la oportunidad de dar rienda suelta a su creatividad, del mismo modo que CC Sabathia se reinventó a sí mismo en las últimas etapas de su carrera”.

Mientras CC Sabathia lidiaba con el intenso dolor de la artritis, Gerrit Cole ha desafiado las expectativas, manteniendo un récord notablemente libre de lesiones a lo largo de su carrera. Aunque las lesiones pasadas no determinen necesariamente la velocidad futura, poseer un físico similar al de Gerrit Cole supone sin duda una ventaja.

Desde que se unió a los pinstripes hace cuatro años, Gerrit Cole ha sido un ejemplo de durabilidad. Aparte de un problema menor en los isquiotibiales y un breve encuentro con COVID en 2021, se ha mantenido como una presencia inquebrantable en el montículo. Esta capacidad de recuperación introduce otra faceta de fascinación en su posible desarrollo como lanzador.

Al igual que Tom Brady, Gerrit Cole hace hincapié en el cuidado meticuloso de sí mismo. Consume líquidos con el fervor de un viajero reseco en el desierto, restaura electrolitos con la precisión de un bioquímico y acumula sueño suficiente para provocar la envidia de Rip Van Winkle.

En cuanto a su mecánica de lanzamiento, se refiere a ella como “de vainilla”, pero se asemeja a una navaja suiza perfectamente elaborada, aparentemente simple pero lo suficientemente competente como para desmantelar incluso a los bateadores más serenos. Alumnos de secundaria, prestad atención: esta entrega de libros de texto podría serviros de camino a las grandes ligas.

En contraste con las exhibiciones teatrales del pasado, ejemplificadas por ases como Marichal con su patada de cohete con la pierna y el extravagante giro de Gibson diseñado para confundir a los bateadores, el enfoque único de Gerrit Cole se centra en una rutina suave y deliberada. Imagínese una receta cuidadosamente elaborada, en la que cada paso desempeña un papel vital para alcanzar el éxito.

El as de los Yankees Gerrit Cole con el Premio Cy Young 2023.

Para empezar, una precisa patada de 90 grados con la pierna pone en marcha el movimiento, con las caderas girando externamente mientras se impulsa fuera del montículo. Su zancada, de casi metro y medio de longitud, refleja el 77% de su estatura, una distancia meticulosamente calculada. Por último, cuando el pie delantero entra en contacto con el suelo, el codo se mantiene firmemente bloqueado a la altura del hombro, lo que garantiza un control preciso.

Aunque la mecánica pueda parecer una danza compleja, Gerrit Cole la ejecuta con la gracia impecable de una rutina largamente practicada. Es poco probable que 2028 introduzca un reparto radicalmente distinto. En cambio, Gerrit Cole permanece firmemente en el presente, guiado por tres objetivos inquebrantables: subir al montículo cada cinco días, asegurar un Cy Young para su vitrina de trofeos y alcanzar el premio final: izar una bandera de campeón.

¿Se ha cumplido la misión? No del todo. Sin embargo, con cada paso dominante, se acerca cada vez más al momento en que Gerrit Cole pueda inscribir su nombre en los anales de la historia del béisbol.

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