El frágil brazo de José Treviño hace estallar a los Yankees y permite a los Medias Rojas realizar robos récord

Yankees' Jose Trevino's forgetable outing against Red Sox ends with special record for arch-rivals in first 2024 match-up.
New York Post

En el mundo de alto riesgo de la rivalidad entre los Yankees y los Medias Rojas, donde se forjan leyendas y se rompen corazones, incluso un receptor Guante de Oro como José Treviño puede encontrarse en el lado equivocado de la historia. Durante un partido de infarto en Fenway Park, Trevino, normalmente un bastión de la excelencia defensiva, se encontró a merced de un ataque implacable de los Medias Rojas. Los Medias Rojas, en un despliegue despiadado de estrategia beisbolística, explotaron una rara grieta en la armadura de José Treviño, ejecutando un número récord de bases robadas. Esto no sólo provocó una aplastante derrota de los Yankees, sino que también sirvió como crudo recordatorio de la implacable naturaleza del béisbol: explotar o ser explotado.

Una noche para olvidar para José Treviño

Los Medias Rojas de Boston ejecutaron una implacable estrategia de robo de bases que dejó a los Yankees y a su receptor, José Treviño, luchando por mantener el ritmo. La escena en Fenway Park fue electrizante cuando los Red Sox echaron a los Yankees del edificio con una ráfaga de rápidos robos que condujeron a una aplastante victoria por 9-3. Esta derrota supuso la primera vez esta temporada que los Yankees (50-24) pierden un partido de goma, tras haber ganado cada uno de sus seis anteriores. Fue sólo su cuarta derrota en 23 series.

Con nueve robos registrados contra José Treviño y sus lanzadores, los Medias Rojas no sólo fabricaron una importante victoria, sino que también establecieron un récord para su franquicia. Además, este acontecimiento igualó el récord de robos permitidos por los Yankees en un solo partido desde 1915, una marca centenaria que subraya el carácter histórico del dominio de los Red Sox en el juego de base. La multitud electrizada de 36.718 espectadores en Fenway Park fue testigo de una clase magistral de estrategia para explotar una debilidad conocida con una eficacia devastadora.

Los datos de Statcast revelaron que, al entrar en la noche, José Treviño poseía el brazo lanzador más débil entre los 60 receptores cualificados de esta temporada, una vulnerabilidad crítica que los Medias Rojas querían atacar. Su tiempo de salto a la segunda base -2,07 segundos- fue significativamente más lento que el de sus compañeros, incluido su compañero Austin Wells, que ocupa el puesto 25 con un tiempo de salto de 1,96 segundos. En comparación, el mejor de la liga, el receptor de los Medias Blancas Korey Lee, marca unos impresionantes 1,85 segundos.

Marcus Stroman, que lanzó las cinco primeras entradas para los Yankees, asumió inicialmente la culpa, citando su falta de control sobre los corredores de base. “Probablemente dependa más de mí. Tengo que hacer un mejor trabajo aguantando, quizá ser un poco más rápido hacia el plato”, reflexionó Stroman, tratando de desviar la atención de Trevino. A pesar del apoyo de su compañero de equipo, los números eran reveladores; el tiempo de salto de Treviño a la segunda base era de 2,07 segundos, muy por encima de la media de la MLB, lo que le convertía en el blanco perfecto para la ágil alineación de los Medias Rojas.

La implacable estrategia de robo de bases de los Medias Rojas no sólo desbarató el plan de juego de los Yankees, sino que contribuyó directamente a sus ráfagas anotadoras, convirtiendo lo que podría haber sido un partido igualado en una debacle por 9-3. El estratégico juego de base demostró que los Medias Rojas eran conscientes de cualquier punto débil de los Yankees y estaban preparados para aprovecharlo, sobre todo uno que quizá muchos pasaron por alto, pero que los ojeadores del equipo contrario vieron como un pulgar dolorido. Los Yankees, aunque dominaron las gradas de Boston en valor numérico, no pudieron vencer a los Medias Rojas en el campo a pesar de tener la oportunidad.

Evaluar los daños y mirar hacia el futuro

Después del partido, el ambiente en el vestuario de los Yankees era de introspección y ligera frustración. José Treviño, siempre jugando en equipo, no eludió su parte de responsabilidad, subrayando la necesidad de mejorar. “Me culpo a mí mismo”, declaró, reflexionando sobre su actuación y la naturaleza crítica de su papel en el control del juego de carrera del rival. “Tengo que hacer mejores lanzamientos. Sólo tengo que poner la pelota en la bolsa”.

Jose Trevino, jugador de los yankees de nueva york
SNY

Aaron Boone hizo hincapié en la naturaleza colectiva del revés, señalando que controlar el juego de carrera del rival requiere un esfuerzo de grupo. Era una señal clara de que, aunque los lanzamientos de Treviño eran un síntoma visible, los problemas subyacentes podían ser más profundos dentro de la estrategia y la ejecución del equipo.

Mientras los Yankees miraban hacia su próxima serie, las lecciones de Fenway estaban claras: la adaptabilidad y la atención a los detalles son cruciales. Para José Treviño, este partido podría servir como momento crucial de aprendizaje para perfeccionar aún más sus habilidades. Para los Yankees, fue un recordatorio de los estrechísimos márgenes del béisbol, donde cada pequeña ventaja se magnifica, y cada descuido puede conducir a la derrota. ¿Qué le parece? Deje su comentario a continuación.

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