El ex jardinero de los New York Yankees, Harrison Bader, cruza el distrito para unirse a los Mets, sus rivales de la ciudad. El acuerdo de un año señala el enfoque de los Mets en la destreza defensiva y la profundidad estratégica, añadiendo un guantero dinámico con un potencial ofensivo intrigante, aunque con un historial de auge o fracaso.
Un ex yanqui regresa a Nueva York
Aunque las cifras exactas siguen siendo ligeramente controvertidas, con informes que oscilan entre los 10 y los 10,5 millones de dólares, el acuerdo inyecta una inyección de energía defensiva en la mezcla de outfield de los Mets. Bader, que pronto cumplirá 30 años en junio, se ha consolidado como un incondicional defensivo desde su debut en 2017, acumulando métricas impresionantes que lo sitúan en la élite de la liga. Sus 52 carreras defensivas salvadas, 68 outs por encima de la media y 46,6 UZR se encuentran entre los 10 mejores jardineros de las últimas seis temporadas.
La magia defensiva de Bader va más allá de los meros números. Su capacidad atlética y sus instintos brillan en el campo exterior, donde realiza jugadas de infarto y evita que los bateadores consigan extrabases. Esta destreza defensiva fue un gran atractivo para los Mets, que buscan apuntalar su outfield después de las dificultades de Brandon Nimmo en el centro del campo la temporada pasada.
Pero Bader no es un pony de un solo truco. Sus 77 bases robadas en 95 intentos ponen de manifiesto su velocidad y su habilidad como jugador de base, añadiendo otra dimensión al ataque ofensivo de los Mets. Sin embargo, su rendimiento ofensivo ha sido desigual. Aunque destellos de brillantez, como sus temporadas 2018 y 2021 con marcas wRC+ de 107 y 108, respectivamente, sugieren su potencial, los últimos años han visto un declive. En 2022, repartido entre los Cardinals y los Yankees, su línea de bateo descendió a .250/.294/.356, y sus problemas en 2023 con los Yankees acabaron provocando su liberación.
Las lesiones también han lastrado la regularidad de Bader, limitándole a 287 partidos en las tres últimas temporadas. Diversas dolencias, como una fractura de costilla derecha, una fascitis plantar en el pie derecho y una distensión del oblicuo izquierdo, le han pasado factura.
Los Mets, bajo la dirección del nuevo presidente de operaciones de béisbol David Stearns, se plantean 2024 como un posible año de transición. Su estrategia se centra en fichajes estratégicos y modestos y en movimientos de profundidad, y Bader encaja perfectamente con este enfoque. Su contrato de un año proporciona profundidad en el outfield mientras que permite a Nimmo cambiar potencialmente a un puesto de outfield de la esquina donde su defensa brilla.
Además, las fuertes divisiones de Bader (.289 contra zurdos, .212 contra derechos) podrían llevar a un despliegue selectivo junto a otros jardineros como DJ Stewart, maximizando los emparejamientos y la producción ofensiva.
Con los historiales de lesiones de Nimmo y Starling Marte, el puesto de bateador designado podría ser crucial para gestionar el tiempo de juego y mantener la salud general a lo largo de la temporada. La versatilidad de Bader en el outfield y sus posibles contribuciones ofensivas contra lanzamientos zurdos podrían resultar valiosas en este sentido.
A pesar de una temporada relativamente tranquila hasta ahora, los Mets se encuentran al borde del umbral del Impuesto sobre el Equilibrio Competitivo. Su cifra prevista de 307 millones supera el límite de 297 millones, lo que les sitúa como terceros infractores y les somete a un impuesto del 110% sobre cualquier gasto que supere ese umbral. Esto podría suponer una factura fiscal de más de 20 millones de dólares por el contrato de un año de Bader.
Sin embargo, los Mets tienen cierto margen de maniobra. Poseen la flexibilidad necesaria para ajustar su situación financiera mediante posibles traspasos de jugadores clave como Pete Alonso o José Quintana si se quedan fuera de la lucha por el título antes del final de la temporada. Esto podría ayudar a mitigar la carga fiscal final y garantizar que su flexibilidad financiera permanezca intacta.
En definitiva, el fichaje de Bader es un movimiento de bajo riesgo y alta recompensa para los Mets. Añaden un jardinero defensivo de primer nivel con un potencial ofensivo intrigante y flexibilidad en la plantilla, a la vez que preparan el terreno para realizar ajustes estratégicos más adelante en la temporada. Aún está por ver si Bader traduce su genio defensivo y sus ocasionales arrebatos ofensivos en un éxito sostenido en Flushing, pero una cosa es segura: la Gran Manzana se ha vuelto mucho más emocionante de ver en el outfield.
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